El día de navidad de hace cien años, el káiser Guillermo tuvo que aceptar tres dolorosas evidencias: el plan Schlieffen había fracasado, la guerra iba a ser larga y en el frente occidental los soldados alemanes habían decidido confraternizar con el enemigo.
Entre el barro y los piojos, haciendo caso omiso a la cadena de mando, los hombres habían resuelto que nadie les iba a robar su fiesta. Se habla de villancicos a coro con los franceses, intercambio de cigarrillos y hasta de un partido de fútbol entre campos minados.
Es lo que se conoce como la Tregua de navidad de 1914, uno de esos raros episodios a los que nos podemos agarrar cuando nos miramos en el espejo de nuestra historia.
Cien años más tarde, por suerte sin las miserias del frente, cada uno cargamos con nuestras propias batallas, adversarios y jefes.
Por eso os deseo que, por lo menos por unos días, encontréis la manera de dejar el fusil de lado, salir de vuestra trinchera y olvidar rencillas y problemas para pasar unas fiestas en paz.
Fernando Fominaya
2 comentarios
Notable saludo de Navidad, Fernando. Lo compartí en mi Twitter. Gracias
Gracias, Javier. Un saludo
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